Hace un año sentí en la injusta amanecida la piel suave y dura de tus dedos acariciando mi rostro. Aun recuerdo tus palabras de experiencia y cariño negado de niño en una infancia dura y difícil que conoció juguetes de barro, ruedas de ramas ojotas de caucho aveces con medias de lana. El rostro blanco y tus cabellos me hacen recordar tu presencia en la sala, en el patio en el segundo piso en la escuela al recogerme en el triciclo y dándome consejos de adulto aun siendo niño.
Tu palabra que aun en amargura me entrego paz tantas veces en los llantos por cosas de diversos tipos. Extraño cuando me hablabas de los dias de semana de las vacaciones del respeto de las diferencias y el conocer q las personas. Verte en las noches limpiando y apagando las luces, arreglando pisos rotos, conversando con tu hermano sembrando las malvas y frutas del jardín. Lavando los platos y ollas. Riendo con sátira la maldad de nuestros gobernantes tu hablar en quechua tu añoranza por mejores oportunidades para no solamente tu familia. Tu llanto de profundo y estremecido dolor sin quebranto por tu Guzman perdido en la inmensidad de este mundo, desaparecido; no olvidado. Tu conversaciones con mi abuelita Victoria tus preocupaciones por tu casa por tus hijas por tu desvalida mujer que ya note reconocía. Es tan difícil no recordar. Todo. Inclusive los vacios.
Como cuando jugabas al trompo conmigo. Cuando me llevabas en brazos al quedarme dormido en mi silla de paja.
Es increible haber conocido una persona tan fuerte que nunca alardeo que era un hombre de paz. Que llego de la sierra de Ayacucho para vivir para reir por su familia por tantas circunstancias por el abandono acostumbrado de nuestros intelectuales de Lima. Supe que llegaste con tu hermano caminando. Luego tus hermanas y tus papas y cobijados en sus oficios de jornaleros agricultores o conserjes criaste a mi base familiar.
Recuerdo que hablaste de Maximo Fernandez que lucho con Caceres en las punas de tu milicia en el gobierno de Sanchez Cerro por recuperar el Trapecio amazónico.
De tus ojos sorprendidos ante el avance de tu catarata. Pero no descansaste nunca. Luego cargando a Rosita a Jonathan a Victor.
Y con mi abuelita vendiendo marcianos acompañándome a cuidar la tienda.
Y festejando mi alegría por la musica mencionando que debo estudiar para mejorar los logroa. Reir al escucharme tocar la quena. Intentar tocar la guitarra. Llamarme la atención en mi depresión subiendo por última vez al cuarto del segundo piso temblando y yo descuidandome luego al dejarte salir solo a la calle y conocer tu caida que no te dejaría acompaña r a mi abuelita en su despedida.
Deseaste ver el 2000 para burlarte de los curas que engañaban a tu pueblo al decir que seria el juicio final. Y luego planificaste vivir 100 años para vernos salir adelante y debes estar orgulloso donde estes que ningún teórico de mis docentes de mi cara maestría lograran eso que tu lograste con tanta exactitud vivir un siglo y mas. La ultima semana que te vi ya sospechaba de tu malestar no logre detener tu gangrena no logre impedirlo ocupado por hacer dinero para otros sin banderas.
Un siglo y tus ojos merecen ver mas esfuerzo del que hago.
Tu semilla aun esta creciendo en nosotros.
Te queremos y amamos te recordamos.
Estas siempre con nosotros papito Mauro.